Traducido al inglés aquí - no traducido Ana Vida
Es indudable que los hábitos de consumo en las ciudades, así como el impacto que estos tienen en las relaciones sociales y en el propio espacio urbano, han experimentado enormes cambios en las últimas décadas. Modelos familiares más diversos, flexibles y atomizados ; la redistribución de las tareas domésticas -de la mano de la incorporación de la mujer al mundo laboral-, el aumento de la movilidad urbana derivado de los procesos de deslocalización y de la separación de los espacios de trabajo, residencia y ocio ; una nueva concepción del trabajo y del tiempo libre… en definitiva, una profunda transformación de los modelos de vida que han venido acompañados de nuevas demandas y ofertas comerciales.
El auge de dinámicas de ocio vinculadas al consumo, con su exponente máximo en la figura del « centro comercial », monofuncional y desconectado de la trama urbana, que se ven apoyadas por el uso del transporte privado, o las nuevas tendencias de comercio on-line, puerta a puerta, que no requieren a priori de un soporte urbano que las acompañe, están generando también un gran impacto en la estructura de la actividad comercial.
Por otro lado, es cada vez más fácil observar cómo en los espacios más transitados de nuestras ciudades globalizadas aparecen actividades globalizadas, con comercios y establecimientos a menudo independientes del lugar del mundo en el que nos encontremos. Así, junto con estos espacios de centralidad y con un alto valor de localización, donde lo que entendíamos por comercio local prácticamente desaparece, otras zonas de la ciudad, con menor atractivo para la localización de negocios, se ven abocadas a la inactividad y a un proceso de cierre de negocios que, o bien ya no resultan rentables, o bien no encuentran un relevo generacional que continúe con la actividad.
Parece incuestionable en este contexto que el modelo productivo, económico y comercial de nuestras ciudades necesita ser repensado poniendo en el foco no solo en la actividad económica, sino también en la relación entre ésta y la calidad de vida de sus habitantes. Porque resulta indudable que la actividad económica a pie de calle constituye uno de los elementos esenciales del paisaje urbano, un elemento dinamizador del propio espacio público y de la vida de la ciudad. Es también un factor clave en la percepción de seguridad de una calle, en la diversidad de personas que la habitan y, en definitiva, en lo que entendemos por un espacio público en el que resulte atractivo estar. Pero además de todo esto, el comercio urbano de proximidad puede ser también un factor importante en la adquisición de hábitos de consumo más responsables y menos consumidores de recursos - como los necesarios para trasladarnos 20 kilómetros o más al centro comercial más próximo.
¿ Puede la reactivación urbana y comercial impulsar un cambio de modelo productivo de nuestras ciudades ? ¿ Qué relación existe entre los modelos de desarrollo urbano y la actividad económica ? ¿ Cómo pueden reactivarse los tejidos comerciales obsoletos y convertirse en potenciales de mejora de la calidad de vida urbana ?
Hacia nuevos modelos productivos y de consumo en nuestras ciudades
Para afrontar este gran reto, será necesario analizar la realidad comercial y urbana desde una visión compleja e integral. Analizar factores como la densidad y la complejidad urbana, las características físicas del espacio público, el confort y el paisaje urbano, así como el análisis de la movilidad entre barrios y la integración de la actividad comercial en la red de recorridos cotidianos (relacionándola con equipamientos y servicios cotidianos, nodos de movilidad, etc.), resulta fundamental si queremos entender el papel de la actividad comercial en la ciudad, así como los problemas que le afectan. Debemos tener en cuenta que la vitalidad urbana no depende de un solo factor, sino que distintos condicionantes económicos, sociales, culturales, etc. se entremezclan e influyen en ella. Desde esta visión debemos entender que la ciudad debe ser soporte y generadora de experiencias, no solo un escenario para el intercambio fugaz de bienes de consumo.
También será importante abrir la mirada a nuevos modelos y redes comerciales, cuestionar el papel y la experiencia de las personas consumidoras, la relación con las productoras, dejar espacio para la mezcla, el intercambio y la construcción de conocimientos e identidades colectivas o valorar cómo la participación ciudadana y sus iniciativas pueden jugar un rol decisivo en la reactivación.
Experiencias de reactivación de barrios
En esta misma línea, es interesante cómo la puesta en marcha de acciones integradas público-privadas puede ser capaz de funcionar como motor de activación para zonas deprimidas. Distintos proyectos de referencia han abordado la reactivación de espacios inactivos, más allá de la mera actividad comercial. Es el caso de « The MeanWhile Project », una iniciativa que une a promotores, propietarios, autoridades locales y distintas organizaciones para convertir espacios vacíos en escenarios activos donde desarrollar actividades culturales, usos comerciales temporales y otras fórmulas heterodoxas que buscan revitalizar espacios degradados; o casos como la « Estrategia Comboi », proyecto que sirvió para impulsar el trabajo de nuevos profesionales a la vez que se activaban locales en desuso en varios municipios de Valencia.
En Paisaje Transversal llevamos años interesándonos por cómo el urbanismo puede apoyar procesos de reactivación urbana y comercial. En nuestra primera experiencia con #Egia Mapa, en el barrio de Egia de Donostia /San Sebastián en el año 2012, desarrollamos de la mano de Tabakalera un proceso que perseguía el reciclaje de espacios en desuso a través de estrategias culturales y de arquitectura adaptativa, que permitían identificar iniciativas y propuestas ciudadanas que dinamizaran estos espacios. En paralelo, la elaboración de unos « Protocolos de activación del Espacio Público y Locales Comerciales Vacíos », a modo de guía operativa puesta a disposición de la ciudadanía y las entidades del barrio como herramienta facilitadora de los trámites para el desarrollo de actividades, permitió la puesta en marcha de diversas iniciativas en espacios públicos y equipamientos del barrio.
Otro de los casos prácticos desarrollados ha sido, en 2017, la elaboración de la Estrategia de Revitalización del Centro de Pinto, un municipio de 50.000 habitantes de la corona metropolitana de Madrid en el que se plantearon una serie de actuaciones y proyectos para dinamizar la actividad, tanto pública como privada, de su centro histórico, en el que el envejecimiento demográfico y el traslado de población a otros barrios, la pérdida su condición de centralidad y la baja calidad de su espacio y sus servicios públicos habían generado una situación problemática. Para ello, diferentes proyectos de mejora de los itinerarios peatonales y los espacios públicos más relevantes (la plaza del Ayuntamiento, la plaza de la Estación), la creación de itinerarios patrimoniales y la implantación de un nuevo equipamiento híbrido (con actividades públicas y privadas), entre otros, constituyen una apuesta por nuevos modelos productivos, económicos y comerciales para los barrios como un elemento fundamental para la regeneración urbana de estos espacios.
Plan para la Dinamización Comercial de Amara Berri
Uno de nuestros últimos proyectos que hemos desarrollado en esta línea ha sido El Plan para la Dinamización Comercial de Amara Berri. Se trata del barrio más poblado de la ciudad (con más de 30.000 habitantes) y un perfil heterogéneo resultado de la agrupación de barrios tradicionales con sucesivos desarrollos urbanos desde los 70 hasta los años 2000. Un acentuada dinámica de pérdida de actividad comercial y la creación de un paisaje plagado de locales comerciales cerrados lleva al ayuntamiento a poner en marcha un plan de dinamización.
Tras varios meses de trabajo, donde además de las labores de análisis hemos podido compartir puntos de vista y expectativas con técnicos y responsables municipales, asociaciones vecinales, comerciales y hosteleras, y distintos comerciantes de la zona, se han definido tres líneas estratégicas :
- Potenciar los ejes y las centralidades comerciales del barrio, fomentando la actividad en los entornos que cuentan con una densidad comercial suficiente, consolidando y reforzando su centralidad.
- Diversificación de los ámbitos no comerciales, de cara a dar respuesta a la situación en la que se encuentran zonas del barrio sin atractivo comercial, alejadas de los ejes de actividad, pero que pueden suponer un valor potencial para el desarrollo de actividades no comerciales e iniciativas enriquecedoras.
- Dinamización de Amara Berri en el conjunto de la ciudad, para potenciar una identidad propia y aumentar su capacidad de atracción a través de una oferta diferencial, tanto para residentes del barrio como del resto de la ciudad.
Estas líneas articulan un total de 18 actuaciones, que abarcan desde aspectos procedimentales (la creación de una mesa de comercio y de una imagen identificativa del comercio del barrio), hasta el desarrollo de proyectos de reforma física de algunos de los principales ejes comerciales, pasando por la puesta en marcha de diversas iniciativas económicas, culturales, deportivas y culturales que permitan la puesta en uso de locales comerciales vacíos y de espacios públicos poco aprovechados o degradados. En conjunto, los distintos proyectos tratan de hacer una aproximación integral a los problemas del barrio, entendiendo la actividad comercial como una pieza más del engranaje para generar una ciudad activa. Porque en esta línea, las ciudades todavía tienen enormes retos por delante.
Para citar este artículo
Paisaje Transversal, « Economía productiva en la ciudad : experiencias de reactivación comercial de barrios », Revue Sur-Mesure [En ligne], 4| 2019, publicado el 14/02/2019, URL : http://www.revuesurmesure.fr/issues/nouveaux-visages-ville-active/economie-productive-en-ville